¿A quién le importa?

Como cada tarde, un hombre que recién estrenaba su jubilación, comenzó a caminar por la playa que había cerca de su casa.

Mientras paseaba disfrutando de la brisa con olor a mar y el agua acariciando sus pies descalzos, vio a lo lejos a una niña corriendo y saltando alegremente.

El hombre caminó hacia ella guiado por su curiosidad. Según se iba acercando, comprobó que la niña corría de un lugar a otro recogiendo las estrellas de mar que las olas habían sacado a la arena, arrastrándolas cada vez más lejos de su entorno natural.

La niña cogía las estrellas y las lanzaba todo lo lejos que podía hacia el interior del mar. El hombre dedujo que trataba de salvarlas. No obstante, le preguntó.

— ¡Hola! ¿Qué estás haciendo?

— Estoy salvando a las estrellitas de mar. Las olas las han sacado fuera del agua y con este sol morirán. – Contestó sonriente la niña, al tiempo que lanzaba una de las estrellas.

— ¿Has visto que la playa está llena de estrellas?

— ¡Salvaré las que pueda! – Contestó la niña mientras se dirigía rápidamente a coger otra.

El hombre pensó que era una tarea inútil y que la niña podía hacerse daño, ya que cada vez se movía más deprisa y tal vez se tropezara con alguna pequeña roca, así que trató de disuadirla.

— No conseguirás salvarlas a todas. Además, ¿a quién le importa?

La niña paró un momento, se quedó mirando fijamente al hombre, y después de pensarlo unos instantes, le contestó:

— ¡A esta estrella que voy a lanzar al interior del mar sí que le importa!

Versión escrita por mí de la fábula de la Estrella de Mar. Gracias a Andrés por recordarme esta bella historia.

¿Cómo actuar ante insultos y descalificaciones?

Se cuenta que estaba Buda hablando de temas espirituales a un grupo grande de personas que le escuchaban atentamente tratando de aprender de su gran sabiduría.

Entre ellos se encontraba un hombre que había escuchado que Buda era alguien con una paciencia que parecía no tener fin. Decidido a demostrar que él sería capaz de hacer perder el control a Buda, tenía un plan para conseguirlo.

Cuando Buda terminó su charla, invitó a los asistentes a que expresaran sus dudas y preguntas, momento que aprovechó el hombre que pretendía hacerle perder la paciencia para comenzar a gritarle, profiriéndole todo tipo de insultos y descalificaciones.

Buda se quedó mirándole fijamente. Pocos segundos después, con gesto serio y firme, bajó la mirada al tiempo pronunciaba en voz baja algunas palabras, una y otra vez. El hombre que le insultaba, después de unos minutos, se cansó al ver que no reaccionaba de ninguna manera y se calló.

Acto seguido, Buda se acercó al hombre y le preguntó:

— Si tú le haces un regalo a un amigo y éste te dice que no lo puede aceptar, y te lo devuelve, ¿a quién pertenece el regalo?

El hombre totalmente sorprendido por la reacción de Buda y la pregunta, entró en el juego pensando que podría aprovechar para tratar de conseguir de nuevo su objetivo. Así que le respondió:

– El regalo me pertenecería a mí, ya que mi amigo lo ha rechazado.

Antes de que el hombre pudiera continuar, Buda le contestó:

– Entonces, si yo no acepto tus insultos, ¿a quién pertenecen?

 

 

Dicen que cuando faltaban al respeto a Buda insultándole o descalificándole, él se repetía a sí mismo mentalmente o en voz baja «No, gracias. No, gracias…».

Una de las moralejas que se pueden obtener de este relato, es que aunque en principio no podamos controlar las circunstancias ni la actitud de los demás, siempre podemos elegir nuestra actitud.

 

El día de los enamorados

Se nos dice constantemente qué es el amor a través de películas, de historias de amor de telenovelas o de cualquier otro medio. Y por ello creo que el sentimiento más sublime está totalmente desvirtuado.

No se nos suele enseñar lo más importante del amor: que lo primero que tenemos que amar, es a nosotros mismos. Si no nos amamos, no seremos capaces de sentirlo realmente, ni podremos aceptar el amor de otra persona, por puro y auténtico que éste sea.

Hoy, 14 de febrero en muchos lugares se celebra el día del amor. Muchas personas lo consideran una farsa protagonizada por centros comerciales con el único objetivo de vender regalos. Yo creo que no es importante si esto es cierto o no, nunca está de más celebrar el amor.

Debería «celebrarse» todos los días. No se trata de hacer regalos a diario, ni de estar contínuamente diciendo «Te Quiero». Es algo mucho más sutil, pero importante.

Se trata en primer lugar, de levantarnos cada mañana siendo conscientes de lo valiosos que somos. Mirarnos al espejo y decirnos «Te Quiero». Fomentar nuestra autoestima y amor propio sanamente. ¿Cuántas personas no son felices ni encuentran el amor por no ser capaces de quererse a sí mismas?

Y después, si tenemos pareja, amarla tanto como a nosotros mismos. Creo que es el único modo. No hará falta grandes detalles, porque queriéndonos a nosotros mismos, cada momento que pasemos con nuestra pareja estará protagonizada de instantes hermosos y llenos de guiños a ese gran amor que sentimos mutuamente.

Hoy, Día de los Enamorados, felicito a todo el mundo por igual, estemos o no enamorados de otra persona, porque de la primera persona que tenemos que estar enamorados, es de nosotros mismos 😉

La lealtad

Según la RAE, lealtad, significa:

1. Cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor y hombría de bien.

2. Amor o gratitud que muestran al hombre algunos animales, como el perro y el caballo.

3. Legalidad, verdad, realidad.

 

La lealtad es la firmeza y consistencia de los sentimientos y de las creencias que lleva a no traicionar de ninguna manera. Es mantener la actitud positiva acorde a la amistad y al amor.

La lealtad es una de las cualidades de la humanidad (y de algunos animales, como veremos a continuación), más importantes porque son parte esencial de la amistad y el amor. A ambos sentimientos, la lealtad los construye y los hace perdurar.

¿Se puede concebir un amor o una amistad verdaderos sin lealtad?

¿Se puede concebir una relación sana contigo mismo y con los demás sin ser leal a tu verdadera esencia? (Otra cuestión es averiguar cuál es tu auténtica esencia…).

La amistad y el amor dejan de existir sin lealtad. La lealtad más importante es para con nosotros mismos. Si eres leal a ti mismo, nada podrá vencerte. Ser leal a sí mismo es el único modo de ser leal a los demás.

No es casualidad que nos sintamos bien cuando hacemos las cosas bien para con los demás y especialmente para con nosotros mismos. Esto es así porque es nuestra verdadera naturaleza, aunque muchas personas se empeñen en ver lo contrario y en fijarse sólo en las miserias humanas.

Aunque fueras incapaz de sentir empatía por tus semejantes, aunque fueras incapaz de ponerte en el lugar de otra persona, de sentir lo que siente, tu intelecto seguro que puede darse cuenta de que ser leal y ayudar a otras personas es bueno para ellas… y también para ti. Ayudando a otras personas también te ayudas a ti mismo. Todos formamos parte de este mundo en el que nos empeñamos en poner fronteras ficticias. Todos somos hermanas y hermanos. Uno de nuestros desafíos como seres humanos es permanecer leales bajo cualquier circunstancia. Esto lo conseguiremos cuando nos hagamos conscientes y asimilemos profundamente la importancia de la lealtad en nuestras vidas, ya que es la base que sirve para construir relaciones sólidas; y las relaciones sanas, son las que nos contruyen como personas y como sociedad.

No soy partidario de ver vídeos que muestren dolor porque éste ya forma parte de la Vida y lo último que necesitamos es hacerle propaganda. Pero los vídeos que podéis ver a continuación, contienen un mensaje muy potente y conmovedor. Es un mensaje de los que remueven por dentro y ayudan a reflexionar. Porque si unos supuestos «animales irracionales» son capaces de actos de lealtad de tal grandeza, puede significar que hay muchas posibilidades de que los seres humanos aprendamos a ser leales en cualquier situación, de que nos ayudemos con independencia del rol o del tipo de lazos que nos unan. Porque sólo así prosperaremos, con lealtad, actuando codo con codo, todos a una, centrándonos en lo positivo, que es donde hay que enfocar nuestra atención y energía.

Este otro vídeo es un poco más agradable, y también un gran y conmovedor ejemplo perruno.

La lealtad nos hace grandes.

Gracias Al Martín por enviarme el primer vídeo que me ha servido de inspiración para el artículo.

Premio a toda una vida de trabajo excelente

Una mañana más, el anciano salió de la ducha y se puso enfrente del espejo para afeitarse. Una vez más, se fijaba en cada arruga de su curtida piel, y como ya era costumbre en los últimos años, se lamentaba de lo mucho que le dolía el cuerpo y de lo viejo que estaba. Cada día su voz interior le reprochaba con más fuerza haberse aferrado a un trabajo que se le da muy bien, el de carpintero, pero que dejó hace mucho tiempo de darle satisfacciones. El reciente fallecimiento de su pareja también le daba mucho que pensar. Lamentaba profundamente no haber pasado más tiempo con su amada esposa.

Su situación personal, ahora más que nunca, le empujaba a que dejara brotar de una vez por todas la idea que tiempo atrás, cuando aún vivía su mujer, había planeado realizar.  Sus prejuicios y sus miedos le impidieron reunir el valor suficiente para hacerla realidad. Pero ahora sí, estaba decidido: hablaría con el gerente de la empresa y le diría que quiere jubilarse.

A pesar de sus años y de que la Vida le mostrase una y otra vez que es mucho mejor actuar que dudar, aún tardó unos días más en hacer acopio de valor para dirigirse al «gran jefe». Cerca de una semana después de haber tomado la decisión, por fin reunió el valor suficiente para visitar al gerente.

Llamó a la puerta y, abrumado por los nervios, entró casi sin esperar a que le invitaran a pasar. El gerente, nada más verle entrar, esbozó una amable sonrisa y le dijo: — Buenos días señor Roble. ¿En qué puedo ayudarle?

El señor Roble no esperaba un recibimiento tan cálido, así que apenas acertó a sonreir levemente. Se aclaró la garganta, y tímidamente, comenzó a exponer el motivo de su visita.

Señor, he venido para decirle que deseo jubilarme. Llevo casi toda mi vida trabajando en esta empresa dedicándole largas jornadas de trabajo. Como sabrá, he comenzado a disfrutar de periodos vacacionales cuando usted tomó el mando, ya que los anteriores gerentes apenas nos permitían vacaciones. Me siento viejo y cansado. Quiero disponer de tiempo para tratar de disfrutar lo que me queda de vida.

El carpintero hizo una pausa y escondió las manos para que el gerente no notara el ligero temblor que tenía, debido a los nervios. Unos segundos después, prosiguió.

Señor, ¿sería posible que pudiera jubilarme ya? – Dijo para finalizar su exposición.

El gerente, que observaba con atención cada uno de los gestos del señor Roble, cambió la expresión de su cara mientras se levantaba de su sillón y se dirigía a la ventana.  De pié y tocándose ligeramente la barbilla, observaba el horizonte pensativo y con semblante serio, tal vez triste.

El señor Roble, temía lo peor. En los siguientes segundos tuvo tiempo para sentir todo tipo de miedos provocados por sus prejuicios. Empezaba a lamentar amargamente su osadía cuando el gerente, se giró, se acercó a él, y en un tono aparentemente frío, aunque amable, le dijo:

Señor Roble, precisamente quería hablar con usted sobre este tema porque, como ya sabe, estamos en tiempo difíciles y necesitamos hacer ajustes en la plantilla. Estamos barajando la posibilidad de no despedir a nadie ajustando gastos o llegar a acuerdos con todo aquel que quiera marcharse de la empresa. A pesar de su edad, dada su valía, yo preferiría que trabajase con nosotros más tiempo, pero comprendo sus necesidades, y opino que merece lo que pide.

El señor Roble, escuchaba con gran atención las amables y consideradas palabras del gerente. Pero no estaba seguro de adonde quería llegar.

Le confieso que sabía de usted y de su excelente trabajo y dedicación… Pero hasta que no he tenido la oportunidad de verle y escucharle no he comprendido la magnitud de su sacrificio personal e implicación con la empresa. Así que, por supuesto… naturalmente que usted merece jubilarse ya. – El gerente hizo una breve pausa y miró hacia abajo pensativo. De repente, miró fíjamente al señor Roble, esbozó una amable sonrisa y continuó hablando.

— Sólo le voy a pedir un último favor. Muy recientemente me han hecho un encargo muy especial. Se trata de construir una casa de madera para alguien al que apreciamos enormemente. Sé que usted tiene una gran experiencia en este tipo de trabajos, y quiero que nuestro mejor carpintero se haga cargo. No nos han especificado cómo quieren la casa porque confían en nuestro criterio y buen hacer, y yo confío plenamente en usted. Por lo tanto, he pensado que usted es el mejor candidato para construirla. Tiene libertad para hacerla en el tiempo que necesite, no hay plazo de entrega. Una vez que finalice este proyecto, tiene mi palabra de que le facilitaremos la jubilación y me aseguraré de que le den una generosa indemnización por todas las vacaciones que en su momento debió haber disfrutado. ¿Acepta?.

Se dibujó tal expresión de sorpresa en la cara del señor Roble, que el gerente no pudo evitar reir moderadamente. — No se preocupe. — Le dijo al señor Roble, deduciendo sus pensamientos. — Acepte o no, le voy a ayudar con su jubilación y le voy a premiar generosamente porque usted lo merece. ¿Qué me dice?

Naturalmente que el señor Roble no pudo negarse. Aceptó sin ganas el encargo, y al día siguiente se puso manos a la obra.

Curiosamente, por primera vez en toda su trayectoria profesional, agobiado por la prisa por jubilarse y empezar una nueva vida, adoptó una actitud en su trabajo impropia de él. Adquirió el primer material que le ofrecieron sin verificar su calidad, el diseño de la casa no lo cuidó con el cariño y precisión acostumbrados, y trabajó mucho más deprisa de como solía hacerlo, lo cual procuró que los acabados de la casa no tuvieran la gran calidad de todos sus trabajos anteriores.

En tiempo récord, fue a ver al gerente para entregarle las llaves de la casa de madera. Éste le miró muy serio, y comenzó a girar la cabeza, diciéndole «no». Entonces el señor Roble pensó que tendría un problema porque el gerente se había dado cuenta de la prisa en acabarla y de que no había seguido las directrices de calidad que eran habituales en sus trabajos.

Entonces, el gerente sonrió, y con gran entusiasmo, le dijo:

¡No, señor Roble! ¡Quédese las llaves, son suyas! Esa casa, es un regalo de la empresa para usted, para premiarle merecidamente por todos estos años de trabajo excelente con nosotros…

Limpiando mente, corazón y espíritu: Ho’ oponopono (II)

No le dices a la Divinidad «Por favor, perdóname» porque ella necesite oirlo; lo dices porque tú necesitas oírlo.
Hew Len

En la primera parte de este artículo, hablé de estar preparado para lograr lo que nos propongamos. El paradigma en particular, es que si no estamos preparados para conseguir algo, no podremos mantener la energía necesaria para manifestarlo. Es necesario, por tanto, limpiar aquello que no nos permite estar preparados.

Esta segunda parte se ha hecho esperar porque no quería escribir sobre algo que, aunque lo puedo comprender, lo quería asimilar al menos lo suficiente como para poder explicarlo de un modo honesto. Confieso que el Ho’ oponopono plantea algo que es difícil de comprender y más aún de asimilar. Plantea que tenemos responsabilidad absoluta en todo lo que nos sucede (algo parecido a lo que afirma la Ley de la Atracción), aunque va un paso más allá, afirmando que somos responsables de lo que les sucede a los demás. Entender este paradigma o concepto de la Responsabilidad Total, está probablemente más allá de lo que la mayoría de nosotros estamos dispuestos a asumir y aceptar.

¿Y cómo transformarnos de tal modo que el resto del mundo también cambie?

Es una técnica entre espiritual y psicológica que se basa en el Amor y el Perdón. Puede ayudar a crear una reacción en cadena que hace que todo sane y vuelva a su estado inicial o lo que algunos llaman estado cero, el mismo estado que tenemos cuando nacemos y en el que todo es posible.

Ho’ oponopono significa «corregir un error» o «hacer lo correcto«. Ho’ o, en hawaiano significa «causa» , y ponopono significa «perfección«. Es de origen hawaiano y es muy antigua, pero no se ha hecho mundialmente conocida hasta hace relativamente poco, gracias a la historia de un psicólogo hawaiano que al parecer curó a prácticamente todos los criminales de una cárcel para enfermos mentales sin ni siquiera ver o tratar a ninguno de ellos. Este psicólogo, Hew Len, se limitaba a estudiar el expediente de cada paciente, haciendo a continuación un trabajo interior: miraba dentro de sí mismo para «ver» cómo había contribuido a crear la enfermedad del paciente en cuestión. Perdonando y aceptando esa parte de sí mismo, el paciente mejoraba.

Esta poderosa herramienta ayuda a limpiar y depurar el inconsciente, que es donde residen nuestros bloqueos y nacen iniciativas. Nos ayuda a borrar los esquemas mentales negativos de los que no somos conscientes y que nos impiden cumplir nuestros deseos. Como todos estamos interconectados o somos «uno», al mejorar nosotros, mejoran las personas de nuestro alrededor.

La técnica básicamente consiste en pronunciar verbal o mentalmente cuantas más veces mejor, la siguiente frase:

«Te amo. Lo siento. Por favor, perdóname. Gracias«.

No es necesario que sintamos lo que dice la frase, es suficiente con pronunciarla y repetirla, hasta hacerla nuestra.

Hay una solución para los problemas o enfermedades que se manifiestan (o mejor dicho, manifestamos), en nuestras vidas cuando estamos dispuestos a asumir completamente la responsabilidad de que creamos nuestra vida tal como es. El Ho’ oponopono nos dice que tenemos que solicitar Amor para enmendar lo que está mal dentro de nosotros, que es lo que manifiesta el problema o suceso negativo que sea. Entonces, podemos decir: «Lo siento. Por favor, perdóname por lo que sea que está ocurriendo  dentro de mí y que se está manifestando en la forma de este problema». De esta manera, el Amor, el Universo, la Divinidad… transmuta lo que haya mal dentro de nosotros que se está manifestando en nuestra vida como cualquier tipo de problema o hecho negativo.

Todo lo que experimentamos está dentro de nosotros.
Todo se soluciona desde dentro de nosotros.
Nuestra responsabilidad es absoluta. 

Mabel Kartz, en su libro The Easiet Way (El modo más sencillo), dice:

«El Ho’ oponopono es un proceso de perdón, arrepentimiento y transformación». Cada vez que usamos alguna de sus herramientas, estamos asumiendo la absoluta responsabilidad y pidiendo perdón (por nosotros mismos). Aprendemos que todo lo que aparece en nuestras vidas no es más que una proyección de nuestros ‘programas’.»

Todos los problemas comienzan como un pensamiento negativo. La mente lógica en principio no puede arreglar las consecuencias de pensamientos negativos. Practicando  Ho’ oponopono, nuestro inconsciente es transformado. Según los antiguos hawaianos que la crearon, al practicarla, lo que sucede es que la Divinidad recoge el pensamiento negativo y lo purifica, neutralizándolo. No se purifica a las personas o circunstancias que provocaron ese pensamiento negativo, lo que se hace es neutralizar la energía asociada a esa persona, lugar o cosa. El primer paso del Ho’ oponopono es la purificación de esa energía y después ocurre algo extraordinario y maravilloso: además de neutralizar esa energía negativa, se libera, de forma que quedamos completamente limpios de limitaciones. De este modo, permitimos entrar a lo Positivo (la Divinidad) en nuestra vida. Vaciándonos y limpiándonos de lo negativo, permitimos la atracción de lo Positivo.

El doctor Hew Len dice:

«Hay una salida para los problemas y las enfermedades cuando las personas están dispuestas a asumir completamente la responsabilidad de crear su vida de la forma que es cada instante. En el antiguo proceso de sanación hawaiano del Ho’ oponopono, solicitamos Amor para corregir los errores  que tenemos dentro. […]  El Amor se encarga entonces de transmutar los errores dentro de nosotros que se manifiestan en forma de problemas o sucesos que no deseamos. El Ho’ oponopono no ve cada problema como una dura prueba, sino como una oportunidad. Los problemas son simplemente recuerdos del pasado que se repiten para darnos una nueva oportunidad de mirar con los ojos del Amor y actuar con Inspiración.»

Inicialmente no es una técnica fácil de realizar. Requiere compromiso, es necesario estar continuamente «limpiando» nuestros esquemas mentales y nuestros sentimientos.

No es fácil comprender y asimilar el Ho’ oponopono, ¿verdad? Pero no perdemos nada con ponerlo en práctica a diario. Cada mañana o cada noche, o en ambas ocasiones, podemos pronunciar para nosotros y para el Universo o Dios, la potente y mágica frase del Perdón y el Amor:

Te amo. Lo siento. Por favor, perdóname. Gracias.