Limpiando mente, corazón y espíritu: Ho’ oponopono (I)

Soy un convencido y firme defensor de los mal llamados «libros de autoayuda». Algunas personas los menosprecian o se burlan alegando que no sirven para nada. Curiosamente, opinan y juzgan sin conocer este tipo de literatura.

Yo los denomino libros de Superación Personal, porque efectivamente ayudan a sacar lo mejor de las personas. Leyéndolos atentamente y poniendo en práctica sus consejos, pueden ayudarnos a alcanzar nuestro potencial.

No obstante, en varias ocasiones, nos encontramos con que aún esforzándonos en hacer lo que nos plantean, no conseguimos los resultados esperados.

También sin leer ningún tipo de libro, sucede que cuando nos proponemos alcanzar una meta incluso haciendo un plan detallado para llegar a ella, no lo conseguimos.

Creo que esto se debe a que no podemos mantener la energía necesaria para manifestar, crear o alcanzar lo que queremos cuando no estamos preparados. ¿Y qué es estar «preparados»?

De pequeños desarrollamos muchas capacidades en muy poco tiempo. Solemos atribuirlo a que el ordenador de nuestro cuerpo, el cerebro, es mucho más activo en nuestra infancia, a que en esa época de nuestra vida absorbe y procesa mucha más información, y es cierto. Pero, además,  cuando éramos pequeños estábamos preparados porque aceptábamos las cosas tal cual son, y no estábamos pre-ocupados por si nos equivocábamos, no teníamos prejuicios ni esquemas mentales limitantes.
Queríamos aprender y desarrollarnos. Aún no había dado tiempo para que circunstancias protagonizadas principalmente por personas adultas nos empezaran a grabar límites en nuestros esquemas mentales, límites sobre lo que «podemos» o no hacer, con prejuicios, con críticas, con manipulaciones, y otras muchas cuestiones. Antes de todo eso, antes de que nos minaran, aprendíamos cualquier cosa fácilmente: a caminar sin importar las veces que nos cayéramos, a hablar sin importarnos si pronunciábamos bien o si nuestra gramática era correcta, etc.

No es que tuviéramos fe, es que simplemente no cuestionábamos nada y no teníamos esquemas mentales negativos subyacentes, y aún éramos demasiado jóvenes como para sentir rencor, odio hacia los demás o incluso hacia nosotros mismos. Por eso, estábamos preparados para conseguir lo que quisiéramos, para desarrollarnos, para adquirir dones, porque estábamos limpios en todos los sentidos y no llevábamos pesadas cargas como el rencor, la culpa o prejucios de cómo deben ser las cosas.

Por eso, aprendíamos, hacíamos cualquier cosa y perseverábamos sin miedos y por tanto, con éxito. No contemplabas si te equivocabas o hacías el ridículo. Sólo tenías un objetivo y lo perseguías. De un modo puro y alegre. Como lo hacen los niños.

Debemos por tanto limpiar el inconsciente, dejarlo como el de los niños. Purificar mente, corazón y espíritu. Porque ahí están los bloqueos. Ahí está todo aquello que nos impide alcanzar nuestro potencial, ser lo que somos en realidad.

Existe una técnica extraordinaria que nos puede ayudar en este cometido: el Ho’ oponopono.

(Continua en otro artículo. Pulsa AQUÍ).

4 comentarios

Saltar al formulario de comentarios

    • Marta el viernes, 30, diciembre, 2011 a las 9:58

    Los libros de autoayuda están bien para quién los pueda aprovechar, con que consigan ayudar a una sola persona ya habrán cumplido con su objetivo. Estaré pendiente de l asegunda parte de tu artículo, me ha interesado mucho

    1. Hola Marta. Estoy de acuerdo contigo. No todo el mundo aprovecha el contenido de los libros de superación personal o autoayuda, o no al cien por cien, puedo incluirme yo mismo, aunque creo que con que sólo siembren una pequeña semilla de inspiración, de energía positiva o de querer cambiar a mejor, ya es un gran paso.

      En cuanto a la segunda parte del artículo, espero tenerlo terminado en breve. Estoy tratando de asimilar el Ho’ oponopono, y quiero escribir sobre ello cuando crea que lo tenga plenamente integrado en mí. Desde mi punto de vista, es un concepto hermoso y maravilloso del perdón, quizá sea El Proceso del Perdón, pero explicarlo en un artículo breve parece una tarea compleja, especialmente si no se tiene bien asimilado, y me gustaría poder llegar a plantar en el espíritu de muchas personas esa semillita de la que te hablé antes.

      He estado mirando tu Blog, por el cual te doy la enhorabuena. Tiene un contenido tremendamente interesante, y me encanta cómo lo tienes estructurado y su estética.

      Espero verte por aquí en más ocasiones.

      ¡Qué tengas un excelente año nuevo!

    • OLGA BERRAQUERO el miércoles, 28, septiembre, 2011 a las 19:21

    Sólo añadiría que quizá a veces lo que hace que falles en la consecución de tus metas, objetivos, sueños… es la falta de fe. Una fe inquebrantable en que vas a conseguir lo que te propones, mezclado con un plan trazado y trabajo diario, es la mejor herramienta.
    Una vez más, me encantan tus post. Yo no sólo defiendo los libros de Superación, también los recomiendo, y es curioso que aunque aparentemente, nadie los lee, algunos de ellos vayan ya por la 32º edición en varios idiomas….

    1. Fe… o entusiasmo. Creo que la clave está en visualizar la meta y dar por hecho que vamos a alcanzarla. Generar entusiasmo, enfocarnos en lo que queremos. Si no tenemos fe, es porque quizá no sea esa meta la que queremos de verdad.

      Es cierto que muchas personas «reniegan» de los libros de superación personal, como si fuera algo tonto leer este tipo de libros, y es que quizá en el fondo, nuestro ego nos hace pensar que no hay nadie más «listo» que nosotros. Una vez más, los prejuicios juegan malas pasadas. Yo recomiendo que se lean unos cuantos de este tipo de literatura para poder juzgar con criterio con propiedad.

      Me alegro mucho de que te gusten mis artículos, eso anima a seguir escribiéndolos.

Los comentarios han sido desactivados.