La dinámica de los cambios

La Vida se divide en tres períodos: lo que fue, lo que es y lo que será. Aprendamos del pasado para aprovechar el presente y del presente para tener un mejor futuro.

Aunque queremos mejorar nuestras vidas, somos esclavos de la rutina: los mismo hábitos, el mismo trabajo, el mismo partido político :D, los mismos amigos aunque éstos nos resulten “tóxicos”, etc., que no tratamos de cambiar porque, en general, nos asustan los cambios. Y cuando finalmente vencemos nuestros temores y nos animamos a hacerlo, tratamos de cambiar las circunstancias externas, obviando que lo que ha de cambiar primero, somos nosotros mismos.

Nuestras creencias definen nuestra Realidad.

Para acometer los cambios, nos basamos en nuestras creencias o paradigmas de la Vida. Miramos el mundo y queremos «cambiarlo», sin ser conscientes de que la forma en la que lo vemos es en realidad un reflejo de nuestro modo de pensar y sentir, e intentamos cambiar ese reflejo en lugar de cambiar nosotros. Sería algo así como tratar de peinar a la persona que ves en el espejo en lugar de peinarte tú.

Nuestra mente subconsciente juega un papel muy importante en nuestra vida, y por ello siempre debemos estar muy atentos a las sensaciones que nos producen las personas y las situaciones. Debemos evitar que las creencias que gobiernan nuestras vidas, nuestros paradigmas, se anclen sin posibilidad de revisión y renovación, porque no siempre serán acertadas, no siempre serán las mejores, y si lo fueran, cabe la posibilidad de que surjan nuevos y  mejores paradigmas o creencias.

Necesitamos un Propósito para el cambio.

Podríamos decir que el propósito es el combustible que mueve nuestro motor. El Propósito genera Emoción, y la emoción, genera Acción. Para conocer nuestro actual propósito si no lo conocemos, debemos observar nuestra vida. ¿Dónde centramos la atención? ¿En lo mal que estamos? ¿En lo bien? ¿Nos queremos o nos sentimos indignos? ¿Cómo nos sentimos con lo que solemos pensar? Las respuestas a preguntas como éstas pueden darnos una idea de nuestro actual propósito en la Vida.

El modo en el que podemos conocer nuestro propósito es observando en qué cosas solemos fijarnos. Lo que nos gusta, aquello con lo que más disfrutamos en líneas generales, no sólo en momentos puntuales. A partir de ahí, podremos establecer nuestro propósito. Un ejercicio de honestidad total es necesario. Tal vez si sólo nos centramos en los problemas, es que realmente formamos parte de ellos y no de la solución: fijarse sólo en los problemas y no en buscar soluciones, sería algo así como manifestarse contra la guerra en lugar de manifestarse por la paz. Es necesario por tanto, centrarnos en lo que queremos para encontrar nuestro propósito.

Debemos convertirnos en el cambio que queremos ver en el mundo.

Ghandi.