Una buena vida

Siguiendo el consejo de su prestigioso médico, un exitoso y acaudalado empresario se fue a descansar a un pequeño y encantador pueblo costero.

Aunque se había tomado su tiempo en elegir al directivo con más experiencia para delegar su trabajo, no podía dormir pensando en su empresa, así que antes de los primeros rayos de sol se fue a dar un paseo por la costa. Cuando llegó al muelle se encontró con un pescador que acababa de llegar en su barco. Observó con gran asombro la cantidad de pescado que desbordaba la embarcación.

Después de felicitarle por tan buen trabajo, el empresario comenzó a charlar con el pescador.

Buenos días señor. Mis más sinceras felicitaciones por tan buena faena. ¿Le ha llevado mucho tiempo pescar tanta cantidad? ¡Además son muy grandes!

Buenos días caballero. Algo más de dos horas. – Respondió el pescador.

¿Siempre logra tan buenos resultados en tan poco tiempo? – Preguntó con gran curiosidad el empresario.

No está bien que yo lo diga, pero soy la envidia de otros pescadores. Suelo conseguir en muy poco tiempo cantidad y calidad en mis faenas.

¿Y por qué no se queda más tiempo pescando?

La verdad es que con esto tengo más que suficiente para vivir bien. – Respondió con una gran sonrisa el pescador.

¿Y qué hace con tanto tiempo libre? – Inquirió el empresario tratando de disimular una ligera indignación.

Le voy a contar un poco de mi día a día: Después de vender el pescado aún es muy temprano, así que cuando llego a casa le preparo el desayuno a mi mujer y luego voy a despertarla con un gran abrazo. Paso la mañana realizando algunas labores de la casa, también me da tiempo para mis aficiones: leer, escribir, hacer ejercicio, grabar vídeos sobre pesca que subo a YouTube… Después de comer disfruto de una siesta, luego voy a buscar a mis hijos al colegio, les llevo a casa, les ayudo a hacer sus deberes, y aún me da tiempo para hacer otras cosas. Por las noches quedo con mis amigos para jugar a las cartas o tener amenas tertulias. Según el día hago lo que toca y lo que me apetece. En definitiva, trato de disfrutar y aprovechar mi tiempo libre de cada jornada. Tengo una buena vida.

El empresario, se quedó pensativo unos instantes. Luego esbozó una sonrisa, y con tono confiado y autoritario, dijo:

Permítame señor. Como usted decía antes, no está bien que yo lo diga, pero soy un empresario que ha logrado grandes cosas en mi sector. Tengo una dilatada experiencia en los negocios, y no ha habido proyecto en el que no haya alcanzado la excelencia. Por eso creo que estoy en disposición de darle algún buen consejo para mejorar su situación, si usted quiere.

— Claro, le agradezco su interés. Cuénteme.

— Mire, creo que debería aprovechar ese tiempo que tiene libre, que es mucho, y visto que tiene una gran capacidad para la pesca, podría comprar un barco más grande y comenzar a pescar durante más tiempo más cantidad. Luego podría empezar a contratar a otros pescadores y sistematizar su proceso de pesca, que al parecer es óptimo, para que lo pudieran hacer varias personas. De este modo, en… quizá un par de años… para ser más preciso tendría que estudiar su caso con más profundidad, podría comprar más barcos, hacer una flota utilizando el mismo sistema, y así de este modo ganar mucho más dinero, que podría seguir reinvirtiendo para optimizar aún más el sistema, los costes y los beneficios. 

Aquí el empresario hizo una «pausa dramática» para generar más expectativa todavía. Segundos después, prosiguió.

— Por supuesto, en lugar de vender su producción a intermediarios, con las grandes ganancias conseguidas podría comprar su propio almacén para enlatar el pescado, y así vender directamente al consumidor final, con lo que aumentarían aún más sus beneficios. Esto conllevaría que tendría que ir a vivir a la capital donde pondría la sede de su empresa, y la dirigiría con un buen equipo directivo…

El pescador no pudo evitar interrumpir el impetuoso alegato del empresario.

Pero dígame, ¿cuánto tiempo tardaría en llegar a ese punto?

— Puede que diez o quizá quince años como mucho.

— ¿Y qué pasará cuando logre todo eso?

El empresario esbozó una gran sonrisa y se apresuró a contestar.

Esta es la mejor parte. Una vez haya conseguido crear una gran empresa y sea millonario, podría venderla o tal vez hacer que cotizara en bolsa y vender sus acciones, con lo que usted se haría aún más rico.

— Ah… Suena bien. ¿Y luego?

— Podría irse a vivir a un bonito y tranquilo pueblo costero donde tendría todo el tiempo del mundo para hacer lo que quisiera. Tendría una buena vida…

 Narración original escrita por mí basada en otra del libro «La jornada laboral de 4 horas», de Timothy Ferriss, editorial RBA.

. . . . . .

Como cualquier ser humano, los protagonistas lo que quieren al final es tener una «buena vida» desde actitudes muy diferentes, fiel reflejo de sus esquemas mentales.

La primera conclusión a la que podemos llegar con esta pequeña historia es que para ser feliz no hace falta crear grandes empresas ni disponer de mucho dinero. El empresario ha alcanzado gran éxito y mucho dinero con su empresa, pero no disfruta demasiado de lo que ese triunfo le brinda; sin embargo el pescador, con unos méritos en apariencia más modestos, tiene mucho tiempo libre que sabe organizar para que sea productivo en lo personal y que disfruta al máximo, en definitiva, vive feliz. Por lo tanto, la conclusión fácil es que no hace falta tener mucho dinero, lo que importa es tener tiempo y saber disfrutar de la vida, aunque ciertamente el dinero nos proporciona posibilidades y medios que sin él no son posibles.

Pero vamos a profundizar más en la interpretación de la historia.

Como hacen muchas personas, el empresario pretende dar al pescador una lección magistral basada en su experiencia y esquemas mentales, sin tener en cuenta lo que realmente quiere el pescador y sus preferencias. Le explica el modo de lograr una gran empresa que le permita ganar más dinero para así poder disfrutar de más tiempo y de una «buena vida». Sin embargo el objetivo de su planteamiento conlleva una gran ironía: el pescador ya vive muy bien, dispone de mucho tiempo y hace prácticamente lo que quiere, algo que el empresario es incapaz de ver debido a su modo de entender las cosas.

¿Cuál de los dos tiene mejor planteamiento de vida? El empresario ha conseguido crear una exitosa empresa y es rico, lo que en teoría le proporciona capacidad para hacer lo que quiera y tiempo. El pescador no es millonario, aunque a su manera también tiene éxito porque consigue pescar mucho en poco tiempo, lo cual le proporciona el dinero que necesita para vivir y dispone de mucho tiempo libre que sabe disfrutar.

Cada cual ha conseguido lo que quiere aunque uno lo sepa disfrutar más que el otro en este caso, lo cual evidencia que el objetivo no importa tanto. Una vez alcanzada la meta, la sabremos disfrutar más o menos, y habremos superado el desafío que nos hizo salir de la zona de confort, que nos hizo relacionarnos, conocer nuevas personas, desarrollar nuevas habilidades, aptitudes… en definitiva, evolucionar.

Por lo tanto, es el camino que hay que recorrer para alcanzar la meta que deseamos lo que importa, lo que nos aporta. Es el camino y no el destino, lo que hace que crezcamos, lo que nos hace más fuertes, más capaces, más sabios… En definitiva, lo que nos hace evolucionar y crecer, y aunque finalmente no alcancemos lo que queríamos, seguramente por el camino hayamos encontrado algo aún mejor. Y esto sólo sucede si actuamos y trabajamos para alcanzar nuestros sueños.

El deseo de lo que queremos lograr ha de surgir de lo más profundo de nuestro corazón, pero si nos cuesta conectar con nuestra esencia y por lo tanto desconocemos lo que queremos, recorrer un camino con propósito nos ayudará a conectar con nosotros mismos. Al lanzarnos al agua aún con cierta incertidumbre, al tomar acción, terminaremos conectando con lo que queremos en lo más profundo de nuestro corazón, porque con toda seguridad viviremos una gran aventura que nos hará crecer en todos los sentidos.

Tener una «buena vida»… ¿Y en qué consiste exactamente eso? En recorrer el camino que nos dicta el corazón y disfrutar del viaje.

4 comentarios

Saltar al formulario de comentarios

  1. ¡Muy buen artículo! Muchas gracias por compartir 🙂

    1. ¡Muchas gracias María! Me alegro de que te guste 🙂
      Un fuerte abrazo.

    • Isabel el martes, 6, diciembre, 2016 a las 18:35

    ¡Qué inspirador!

    Qué sencillo es en realidad todo y cuánto nos complicamos la vida. Me toca especialmente esto que dices: «recorrer un camino con propósito nos ayudará a conectar con nosotros mismos».

    Al leerlo, me doy cuenta que a veces me centro más en averiguar lo que quiere mi corazón como algo meramente informativo, que en colaborar con la vida, unirme a ella, dejarme guiar sin más, en un salto al vacío, y acoger todo lo que me regala, con el «propósito» de conectar conmigo misma, y el deseo de mi corazón aunque todavía no lo sepa del todo, permitiendo que sea el camino mismo el que me guíe hacia ello.

    Gracias por el «recordatorio» 🙂

    1. Así es, en realidad una de las claves de la Vida es la sencillez, hasta el punto que nos resulta la mayoría de las veces inverosímil que las cosas puedan ser tan simples en realidad…

      Muchas gracias Isabel 🙂 Me alegro de que te inspire y te haya servido. ¡Un abrazo!

Los comentarios han sido desactivados.