El Regalo – (¡Felices Fiestas! 2015)

Con cuatro añitos, la niña ya había tomado conciencia del lado más tierno y amoroso de este momento del año que llamamos Navidad. Por eso quiso hacer un regalo a sus padres, quería imitarlos porque se había sentido inmensamente feliz al abrir el regalo que le habían hecho: una caja con un bonito envoltorio que contenía un sonriente oso de peluche al que abrazó con enorme alegría cuando lo sacó de la caja.

A la niña se le ocurrió coger la caja de los zapatos que había sido el regalo de su papá a su mamá, y después de llenarla de lo que se le ocurrió regalarles, la envolvió con gran esmero gastando el único rollo de papel higiénico que quedaba en la casa.

Protagonizando una escena muy divertida, el papá reprendió enfadado y gesticulando exageradamente a su pequeña hija cuando se enteró de que el papel que necesitaba en ese momento había sido empleado en envolver una caja de zapatos. La mamá no paraba de reírse, lo cual provocó que ese pequeño enfado creciera.

— ¡Pero hija! ¿¡Qué has hecho!? ¿Has gastado todo el rollo de papel en envolver una caja de zapatos?

— Sí papi. Quería haceros a mamá y a ti este regalo. – Respondió inocentemente la niña, al tiempo que le entregaba la caja rigurosamente envuelta con el papel higiénico.

Mientras el padre miraba con una extraña mezcla de enojo y ternura a su hija, la mamá se acercó con curiosidad para ver qué les había podido regalar su hijita.

Cuando después de unos minutos el papá consiguió retirar todo el papel higiénico que había servido de envoltorio y se encontró que dentro de la caja no había nada más que aire, volvió a enfadarse y aunque logró contenerse lo suficiente para no gritar, regañó con gran energía a la niña:

— ¡Has gastado el papel que necesito en envolver una caja vacía!

— Pero papi, no está vacía… – Replicó confundida la niña. – Estuve toda la mañana llenándola de besitos…

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Qué duda cabe de que la mayoría de las personas vivimos la vida basándonos en expectativas, en lo que creemos que debe ser. En más ocasiones de las que queremos reconocer, ponemos nuestra atención a detalles de hechos que interpretamos como «buenos» o «malos», negándonos a ver más allá de las apariencias o de lo que nuestra «dilatada» experiencia interpreta.

Más allá de que un hecho sea sin lugar a dudas malo, o de hechos cuya polaridad depende de la interpretación que de ellos hagamos, lo que más conviene a nuestra salud, equilibrio mental y a nuestro bienestar general, es enfocarnos más en la parte positiva que aporta prácticamente cualquier situación, y si no la encontramos, poner nuestra atención y energía en otras cosas, nuevas o que ya estaban pero que hasta el momento no habíamos valorado de manera ecuánime.

Deberíamos preguntarnos:

¿Cómo vivo cada experiencia? ¿Desde el miedo, rabia, desconocimiento…? ¿Desde el amor? ¿Con ganas de aprender, mejorar, evolucionar…?

¿Hacen las cosas otros pero sufro yo?

¿Condiciono lo que pienso de mí mismo/a a través de lo que opinan los demás de mí?

Y cualquier pregunta que nos obligue a reflexionar ante cualquier situación o persona que nos perturbe, porque al final, todo depende de cómo lo interpretemos…

Aprovechemos la inercia de la energía positiva y buenas intenciones de estas entrañables fiestas navideñas para que durante todo el año podamos valorar más lo bueno que hay en cada persona y cada situación.

Enfocándonos en lo positivo, podremos disfrutar más de la vida, y alcanzar lo que queramos.

¡Felices Fiestas a todos!

¡Feliz y Próspero 2016!