Ítaca

ÍTACA

Cuando partas hacia Ítaca
pide que tu camino sea largo
y rico en aventuras y conocimiento.
A Lestrigones, Cíclopes
y furioso Poseidón no temas,
en tu camino no los encontrarás
mientras en alto mantengas tu pensamiento,
mientras una extraña sensación
invada tu espíritu y tu cuerpo.
A Lestrigones, Cíclopes
y fiero Poseidón no encontrarás
si no los llevas en tu alma,
si no es tu alma que ante ti los pone.

Pide que tu camino sea largo.
Que muchas mañanas de verano hayan en tu ruta
cuando con placer, con alegría
arribes a puertos nunca vistos.
Detente en los mercados fenicios
para comprar finos objetos:
madreperla y coral, ámbar y ébano,
sensuales perfumes, -tantos como puedas-
y visita numerosas ciudades egipcias
para aprender de sus sabios.

Lleva a Ítaca siempre en tu pensamiento,
llegar a ella es tu destino.
No apresures el viaje,
mejor que dure muchos años
y viejo seas cuando a ella llegues,
rico con lo que has ganado en el camino
sin esperar que Ítaca te recompense.

A Ítaca debes el maravilloso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino
y ahora nada tiene para ofrecerte.
Si pobre la encuentras, Ítaca no te engañó.
Hoy que eres sabio, y en experiencias rico,
comprendes qué significan las Ítacas.

 Konstantinos Kavafis (1863-1933), poeta griego.

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Vivimos en una sociedad que nos inculca paradigmas basados en la «seguridad». Un «trabajo seguro», un sistema sanitario «seguro», comprar un piso porque es un «valor seguro», una pareja que nos haga sentir «seguros»…

¿De verdad hay en la vida algo seguro? Sí, lo hay. Es seguro que un día dejaremos de vivir, y también es seguro que nada es seguro. De hecho, pretender tener una vida controlada, segura… es sólo una ilusión imposible. Entonces, ¿para qué sirve aferrarse a esa sobrevalorada «seguridad»? Para tener una vida intrínsecamente mediocre, basada en una falsa seguridad.

Teniendo en cuenta que nuestra vida tiene un tiempo limitado, es mucho mejor, como dice el poema de Ítaca, buscar tener un camino rico en aventuras y conocimiento, sin miedos, porque éstos no sirven más que para generar eso que llaman «profecía autocumplida» y atraer monstruos de toda índole que darán la razón y poder a ese miedo.

Las personas con las que más compartimos tiempo y proyectos, son las que más se parecen a nosotros, las que tienen más en común con nosotros, aquellas cuya energía es más parecida a la nuestra. Por eso, invertir en nosotros, en nuestro crecimiento y desarrollo personal, es la mejor manera de que atraigamos personas cada vez mejores, más excelentes y también es la mejor manera de alejar «lestrigones», como dice el poema.

Vivir buscando proyectos o aventuras sanas y el grato esfuerzo para alcanzar la excelencia personal, conllevará que desaparezcan de nuestras vidas monstruos internos o de carne y hueso y alcanzaremos la plenitud. Sólo con una contínua búsqueda y trabajo para alcanzar nuestra mejor versión, podremos aprovechar al máximo nuestra vida.

Más importante que el camino, es cómo lo vives…