Como cada tarde, un hombre que recién estrenaba su jubilación, comenzó a caminar por la playa que había cerca de su casa.
Mientras paseaba disfrutando de la brisa con olor a mar y el agua acariciando sus pies descalzos, vio a lo lejos a una niña corriendo y saltando alegremente.
El hombre caminó hacia ella guiado por su curiosidad. Según se iba acercando, comprobó que la niña corría de un lugar a otro recogiendo las estrellas de mar que las olas habían sacado a la arena, arrastrándolas cada vez más lejos de su entorno natural.
La niña cogía las estrellas y las lanzaba todo lo lejos que podía hacia el interior del mar. El hombre dedujo que trataba de salvarlas. No obstante, le preguntó.
— ¡Hola! ¿Qué estás haciendo?
— Estoy salvando a las estrellitas de mar. Las olas las han sacado fuera del agua y con este sol morirán. – Contestó sonriente la niña, al tiempo que lanzaba una de las estrellas.
— ¿Has visto que la playa está llena de estrellas?
— ¡Salvaré las que pueda! – Contestó la niña mientras se dirigía rápidamente a coger otra.
El hombre pensó que era una tarea inútil y que la niña podía hacerse daño, ya que cada vez se movía más deprisa y tal vez se tropezara con alguna pequeña roca, así que trató de disuadirla.
— No conseguirás salvarlas a todas. Además, ¿a quién le importa?
La niña paró un momento, se quedó mirando fijamente al hombre, y después de pensarlo unos instantes, le contestó:
— ¡A esta estrella que voy a lanzar al interior del mar sí que le importa!
Versión escrita por mí de la fábula de la Estrella de Mar. Gracias a Andrés por recordarme esta bella historia.
3 comentarios
Bonita historia, es verdad… un saludo,
Jose
Una historia preciosa que has sabido redactar de una manera excepcional. Me gusta más que la historia original. Con tu permiso la tomo para el mi blog citando la fuente 😉
Un abrazo.
Autor
¡Muchas gracias Andrés! Valoro mucho tu opinión al respecto, por tu amistad y porque leyendo tanto como lees, tendrás un alto nivel de exigencia.
¡Me alegro mucho de que te guste! ¡Un fuerte abrazo!