La perseverancia

Una cualidad que es la madre de muchas otras es sin duda la perseverancia.

Para que esta cualidad no se convierta en una actitud absurda, es absolutamente necesario tener un propósito, un porqué.

En la vida admiramos a las personas que «llegan lejos», admiramos a las personas que se fijan un objetivo y lo consiguen. Siempre son personas tenaces que saben lo que quieren y no se rinden hasta conseguirlo. Para ello han tenido que superar diversos obstáculos en el camino hacia su meta, han superado adversidades aunque hayan tenido momentos de debilidad. La única diferencia entre estas personas y las que no consiguen lo que se proponen, es la perseverancia.

Una de las causas más frecuentes por las que se fracasa en la consecución de cualquier meta es la costumbre de abandonar cuando aparece la frustración. Hay una historia que ilustra muy bien esta circunstancia:

Un buscador de oro se fue al oeste del por aquel entonces joven país, Estados Unidos, a buscar el codiciado metal precioso. Después de varias semanas cavando y buscando en el mismo lugar, tuvo su recompensa al encontrar una veta. Como necesitaba más y mejor maquinaria para seguir cavando, pidió dinero a familiares y amigos, compró lo necesario y continuó con su tarea. Obtuvo más oro. Ya poco le faltaba para conseguir lo necesario para cubrir el dinero que le habían prestado. De repente dejó de encontrar oro. Siguió y siguió perforando, pero finalmente se dio por vencido al no aparecer nada. Vendió la maquinaria al chatarrero por muy poco dinero y se marchó. El chatarrero contactó con su hermano ingeniero de minas para pedirle consejo y después de reconocer el terreno, le informó que el proyecto anterior había fracasado porque el anterior buscador no estaba familiarizado con las vetas falsas. Sus cálculos concluyeron que la veta reaparecería aproximadamente un metro más adelante.  ¡A un sólo metro de donde había dejado de cavar!

La moraleja está clara.

Cuando nos entren ganas de rendirnos, debemos recordar qué es lo que nos motivó, el por qué de hacer lo que estamos haciendo. Debemos ser conscientes de que antes de lograr una meta las contrariedades y los traspiés son parte natural del proceso.

No está de más, incluso es recomendable, escribir en algún lugar que veamos con frecuencia el por qué de lo que hacemos, lo que nos mueve, y releer esa nota siempre que nos encontremos en un momento de bajón. O incluso leerla en los mejores momentos para reforzarnos.

La perseverancia, como cualquier otra cualidad, se puede desarrollar tanto como queramos. Como siempre, depende de qué creemos que podemos hacer y de si queremos hacerlo.

Perseverar siempre tiene recompensa. Aprender a no ceder ante estímulos negativos es esencial. Los estímulos negativos pueden venir de las circunstancias que no siempre son propicias, como es natural; pueden venir de personas que no creen en nuestro proyecto y nos «extraen» la energía enumerándonos e incluso razonando los motivos por los que estamos supuestamente «equivocados», etc. Debemos aprender a despejar la mente a tener el foco, el objetivo bien definido y no perderlo pase lo que pase.

Actuando así, de forma positiva, proactiva e inmunizada a cualquier estímulo negativo, pero sobre todo, siendo perseverantes, tendremos todas las posibilidades de lograr nuestras metas.