El mayor obstáculo.

Una tarde de verano muy calurosa, fui a pasear cerca de la orilla del río cercano al pueblo donde estaba pasando unos días de vacaciones. El calor provocaba que no parase de sudar, por lo que bebía agua con mucha frecuencia.

Justo cuando estaba pensando en que no me sentía saciado por más que bebía, vi a un perro que se acercaba al río, seguramente con intención de beber.

Me llamó poderosamente la atención que el can trataba de acercarse, pero apenas se atrevía. Se acercaba, inclinaba su cabeza para beber y en cuestión de un segundo, retrocedía mientras ladraba con fuerza.

Esto me causó una gran curiosidad, así que me acerqué para averiguar qué provocaba tan extraño comportamiento. Entonces me percaté del motivo por el cual el perro retrocedía cada vez que se acercaba al agua: confundía su propio reflejo con el de otro animal y esto le asustaba.

Cuando el perro se asomaba al agua cristalina del río que fluía con lentitud, veía su reflejo y retrocedía rápidamente muy asustado. Pocos segundos después, volvía a intentarlo acercándose con cautela y miedo. Seguro que lo que le empujaba a seguir intentándolo a pesar del miedo, era la sed que debía sentir el pobre animal debido al insoportable calor.

Sentí el impulso de darle de beber de mi botella, pero opté por observarle. No quería privarle de la oportunidad de aprender de esta situación. Además, estaba prácticamente seguro de que finalmente el perro sacaría fuerzas de su necesidad… O tal vez…. permitiría que su miedo se apoderase de él, en cuyo caso yo le ayudaría. Quería saber si mi suposición de que lo lograría gracias a su necesidad de beber era correcta, o si finalmente se dejaría vencer por el miedo…

Después de unos minutos y de un aullido, el perro se lanzó al agua. Por supuesto, la imagen que el animal creía que era otro perro enemigo, el obstáculo que su creencia había creado, desapareció…

Y así fue como, al enfrentarse a su supuesto enemigo, aquel perro venció el mayor obstáculo:

Él mismo…

. . . . . .

En la Vida nos aguardan diversas situaciones que nos ponen a prueba. Situaciones que aparentemente se escapan a nuestro control o que suponen tener que hacer cosas que normalmente no hacemos. Acontecimientos que nos llevan a tener que salir de nuestra zona cómoda. Tenemos tendencia a proyectar hacia los hechos y las personas nuestros defectos, nuestros temores… Y lo que tenemos que hacer en realidad, es mirar dentro de nosotros mismos.

El peor enemigo posible, el mayor obstáculo, está en nuestro interior. Probablemente muchas más veces de las que somos conscientes nos hemos saboteado a nosotros mismos, por temores conscientes o inconscientes. El autosaboteo puede venir de no sentirnos merecedores de algo, o porque albergamos una creencia que limita lo que estamos dispuestos a aceptar  en nuestra vida, o cualquier otro tipo de creencia limitante. Las peores son las creencias limitantes de las que no somos conscientes.

Cuando nos sintamos bloqueados, cuando no nos sintamos «capaces» de superar una situación, de avanzar en algún momento de nuestra vida, lo mejor que podemos hacer es hacernos conscientes de nuestro motivo, de nuestro porqué y aferrarnos a él, para inmediatamente, actuar a pesar del miedo o de la excusa que estemos utilizando para justificar nuestra pasividad o inacción. Tal como hizo nuestro amigo perruno de la historia: saltemos, actuemos a pesar de los miedos o de los bloqueos.

El mayor obstáculo somos nosotros mismos. Por eso está en nosotros mismos superarlo…